El Millonario no supo aprovechar su momento, se derrumbó y perdió a Carrascal por expulsión.
River sufrió como nunca en un duelo trascendental de Copa Libertadores: por la primera semifinal, perdió 3-0 ante Palmeiras en el estadio de Independiente. Rony, Luiz Adriano y Viña anotaron para los visitantes, que no perdonaron las fallas de los dirigidos por Marcelo Gallardo.
El conjunto campeón de las ediciones 2015 y 2018 de la competencia fue superior en el primer tiempo y contó con varias oportunidades para convertir. Pero no fue efectivo. El Verdao, fiel al estilo que lo mantuvo invicto a lo largo del certamen, armó una estructura granítica y martilló de contra. En sus primeras tres llegadas gritó tres goles (uno se lo anularon). Y, a partir de la expulsión de Carrascal, sometió como pocos a este River poco acostumbrado a padecer. Un dato estadístico ilustra la coyuntura: sólo ocho veces al Millonario le hicieron tres goles en la era del Muñeco. Uno fue Palmeiras, en una instancia clave.
El Millonario saltó al campo de juego con la intensidad que le imprimió en gran parte del ciclo Gallardo. En cinco minutos ya llegó a fondo en dos oportunidades, con el carril izquierdo como vía preferida de ataque. Primero, fue Borré, con un remate, el que hizo sonar la alarma. Luego, una cesión de Suárez a Carrascal derivó en un choque entre un defensor y el arquero que casi termina en la apertura del marcador.
El Verdao, en tanto, opuso un juego directo, con pelotazos a Luiz Adriano, con la idea de usufructuar los espacios que ofreció el equipo argentino en su ambición. La búsqueda fue la de llegar a las cercanías de Armani con pocos toques. Pero la asfixia de River lo colocó en una posición incómoda en esos compases iniciales. A los 20 minutos, otra vez llegó el local: Montiel lazó un centro preciso y Borré no llegó a conectar con precisión en el corazón del área.
No obstante, el primer golpe lo aplicó Palmeiras: a los 26 minutos, Armani dejó corto un rechazo y Rony aprovechó con un remate que rozó en De la Cruz: 1-0 y sorpresa de la visita. Los de Núñez sintieron el impacto de la inesperada conquista y comenzaron a cometer errores que casi pagan caro. A los 30, Gustavo Scarpa volvió a hacer mover la red; pero un offside en el inicio de la jugada le ofreció alivio a la Banda.
River logró reponerse, al menos en cuanto al control de las acciones. Y volvió a merodear las adyacencias de Weverton. A los 38, tras una buena acción de Carrascal, entre Suárez y Borré no lograron capitalizar la chance. Y a los 43′, un tiro libre de Ignacio Fernández muy bien ejecutado dio en el travesaño.
El inicio del segundo tiempo le aplicó un nuevo golpe a River. Y a partir de otra falla. Robert Rojas, el mismo que recibió el reto de Gallardo por no exhibirle el rigor a Tevez en el clásico ante Boca, permitió al minuto que Luiz Adriano girara en una contra, usara su cuerpo como punto de apoyo, y se marchara hacia el área para definir cara a cara con Armani. 2-0 para los brasileños.
Y el panorama empeoró todavía más para River. Porque siguió perdiendo goles, pero además se quedó con 10 hombres, por la insólita expulsión de Carrascal por intentar darle un golpe a Gabriel Menino. Y a los 16 minutos, casi inmediatamente, Viña, de cabeza, firmó un 3-0 impensado.
A partir de allí, a pesar de que Gallardo movió el banco de suplentes (apostó a Girotti para ganar peso ofensivo, ingresó Ponzio para transmitir aplomo en un momento complejo) y buscó el descuento, vivió un verdadero calvario. Sólo los guantes de Armani y un par de milagros no permitieron que la diferencia fuera más holgada.
El martes 12 de enero, en el Allianz Parque de San Pablo, River tendrá revancha. Claro que una diferencia de tres goles parece casi imposible de remontar. Pero se trata de la era Gallardo, el que les pide a sus hinchas “que crean”. Y con su mesías en el banco, en Núñez volverán a depositar sus esperanzas en el pizarrón del Muñeco.