“Matilda”: el mágico filme que cambió para siempre la mirada sobre la niñez y la familia

Cultura

A 25 años de su estreno, la película de Danny DeVito, basada en un relato de Roald Dahl, se convirtió en un clásico. 


“Toda la gente nace. Pero no toda la gente nace igual. Algunos, cuando crezcan, serán carniceros, pasteleros o veleros. Otros solo podrán preparar ensalada de gelatina. De una forma u otra cada ser humano es único. Para bien…o para mal”, relata en los primeros segundos de Matilda la voz de Danny DeVito: actor, narrador y director de la película basada en la novela del inglés Roald Dahl. Todos somos especiales, pero en particular Danny DeVito, por eso se identificó con la mirada rupturista del escritor de literatura infantil que le transmitió a diversas generaciones de niños que no están obligados a querer a su familia de sangre si lo que reciben es maltrato.

La novela Matilda, publicada en 1988 con ilustraciones de Quentin Blakedeja en claro que es falsa la idea de que la familia es la que te toca. La familia se elige. Es un relato que discute el conformismo y el concepto de amor incondicional al lazo biológico. No es casual que Danny DeVito haya decidido adaptar Matilda al cine: Tira a mamá del tren, la primera película que dirigió el co-protagonista de Gemelos, también habla de la insatisfacción de un hijo frente a su madre biológica. Pero aquella historia no estaba dirigida a un público infantil.

Estrenada en Estados Unidos el 2 de agosto de 1996, Matilda transmite de manera fiel dos ideas revolucionarias del libro: la primera es que los niños son personas y no una extensión de sus padres. El texto original y la adaptación cinematográfica desestiman con furia el refrán “de tal palo, tal astilla”. No existe correlación obligatoria entre la sangre y los vínculos: para Roald Dahl Danny DeVito la genética no tiene un valor ineludible a la hora de relacionarse. Si los vínculos de sangre te atan a una situación de maltrato no hay nada que rescatar. Lo importante es encontrar tu lugar. Un lugar donde te hagan sentir a salvo.

La segunda idea es que, así como los padres castigan a sus hijos cuando hacen alguna travesura, los niños también tienen el derecho a darles una lección a los adultos. Matilda (el personaje que encarnó la pequeña actriz Mara Wilson después de trabajar en Mrs. Doubtfire Miracle on 34th Street) encuentra justicia al llenar el frasco de la loción para el pelo que se aplica cada mañana su padre, el Sr. Wormwood (interpretado por DeVito) con agua oxigenada. En pocos minutos el cabello de ese hombre malvado (y delincuente) se torna amarillo chillón, una desgracia capilar que intentará disimular con un sombrero.

Libros para escapar de casa

La primera familia que elige Matilda, antes de conocer a Miss Honey (Embeth Davidtz), son los libros. Una bibliotecaria de pelo blanco (la Sra. Phelps) se transforma en la persona más fascinante, en alguien que le cambia la cotidianidad al informarle que puede sacar una credencial de la biblioteca y así llevarse libros a su casa. A veces podés tener más cosas en común con una viejita que trabaja en la biblioteca que con tus propios padres.

El paso del tiempo es narrado en una elipsis donde Matilda traslada libros de la biblioteca hasta su hogar en una pequeña carretilla que arrastra con una manija. Varios años resumidos en apenas un fundido de un par de imágenes: dos versiones de Matilda (4 años/ 6 años y medio), y el desfile de libros que pasaron por su vida en ese lapso de tiempo. Años que se traducen en la cantidad de historias que pudo leer. También podría interpretarse que fueron esas lecturas las que hicieron crecer a la niña. “Esos libros le dieron a Matilda un mensaje lleno de esperanza: ‘No estás sola’”, relata la voz del narrador.

DeVito es fiel al texto original en una decisión clave: la voz del narrador es omnisciente, es la de Roald Dahl. Es muy probable que si hubiera sido otro el director de la adaptación al cine eligiera que la voz en off fuera de la misma Matilda, o en su defecto de Miss Honey. Roald Dahl falleció en 1990, sin embargo Danny DeVito lo hizo presente de dos maneras: permitiendo que narrara la historia y mostrando su rostro en un cuadro. El retrato pictórico del padre de Miss Honey que se ve en la película es en realidad el rostro de Dahl cuando era joven. DeVito escoge el personaje más detestado (el villano) y también el más amable, interpreta a Roald Dahl al ser la voz en off que cuenta la historia. El actor quedó grabado en la memoria de grandes y chicos como el inescrupuloso Pingüino, el malo de Batman vuelve (Tim Burton, 1992). Matilda alimentó aún más la imagen de Danny DeVito como un hombre cruel. No obstante, detrás de las cámaras él era realmente Roald Dahl, como si continuara la novela que el novelista escribió en 1988.

Mara Wilson tenía 8 años cuando aceptó el papel, quiso hacer esa película porque su madre adoraba Matilda y le transmitió su amor por la novela infantil. Suzie Wilson acompañó a su hija durante parte del proceso de pre-producción y filmación de la película hasta que una enfermedad terminal la alejó del set. A mitad del rodaje la madre de Mara Wilson falleció en el hospital. A pesar de la tristeza, la actriz de apenas 8 años decidió continuar con la filmación, quería terminar la película por su mamá que amaba a Roald Dahl. Era una forma de estar cerca de ella. No obstante, Mara no podía evitar sentirse apagada y le costaba mucho actuar escenas donde debía mostrarse alegre.

Es ahí donde aparecía el director, Danny DeVito, para ayudarla en representación de su mamá: cuando Mara Wilson tuvo que interpretar la escena donde baila, mientras hace volar un mazo de cartas, la actriz se bloqueó. La amargura era demasiado grande y no podía mover los pies al ritmo de la canción Little Bitty Pretty One. Para animarla Danny DeVito le pidió a todo el equipo de la película que bailara junto a ella dándole un motivo para sonreír, y lograr filmar la secuencia. Mara no solo pudo bailar sino que se olvidó por un rato que estaba triste.

Esta anécdota es apenas un detalle: durante esas primeras semanas tras la muerte de Suzie Wilson Danny DeVito y su esposa (Rhea Perlman, quien interpreta a Mrs. Wormwood, la madre de Matilda) se ocupaban de Mara Wilson mientras el padre trabajaba. Después de grabar la llevaban a la casa del matrimonio DeVito-Perlman para que juegue en la pileta y mire todas las películas que quiera en la televisión. Hace unos años Mara Wilson contó que Danny DeVito y Rhea Perlman le alquilaban Twister una y otra vez porque a la pequeña actriz le encantaba verla. Como en Matilda, Mara Wilson también eligió una familia por fuera de la biológica. Una familia que descubrió gracias a un libro escrito por Roald Dahl.

Un final feliz alternativo

Miss Honey y Matilda se adoptan cuando la niña le cuenta que le encanta leer a Charles Dickens. “Podría leerlo todos los días”, dice. “Yo también”, responde la maestra. Si bien los papeles que oficialicen legalmente que son una familia tardan en llegar, ellas dos son familia desde ese instante. Matilda deja de sentir orfandad al igual que Miss Honey porque ese sentimiento amargo no tiene límite de edad. “Tú naciste en una familia que no te aprecia. Un día todo va a ser muy distinto”, le explica la adulta a la pequeña Matilda porque ella conoce esa triste sensación al haber sido criada por su tía Trunchbull (Pam Ferris). Más tarde Matilda compartirá un secreto con Miss Honey porque confía en ella: que tiene poderes telequinéticos y en muchos casos los usará para perturbar a todos los adultos que no consideren personas a los niños. “Se acabó la niña buena”, le anuncia Matilda a su maestra. Más allá de todas las lecciones que Matilda le da a quienes lo merecen, en el desenlace de la historia los padres biológicos de la niña tienen un momento humano: por primera vez la ven como a una persona, y no como una propiedad, cuando firman los papeles de la adopción para que sea Miss Honey su tutora legal. Mrs. Wormwood mira a su hija y le dice con un dejo de pena “Nunca te he entendido. Ni un poco”.

Miss Honey encuentra esa familia amorosa que tanto deseó en Matilda, y Matilda en Miss Honey, al igual que Mara Wilson en el matrimonio Devito-Perlman cuando ya no tenía a su mamá Suzie. A quien está dedicada la película. En ese entonces, Mara Wilson estaba muy triste porque su madre falleció antes de poder verla actuar en Matilda. Muchos años después, Danny DeVito y su esposa le regalaron a la actriz una verdad reparadora: sin que Mara lo sepa el matrimonio llevó al hospital donde estaba internada su madre algunas escenas de Matilda para que pudiera verlas. Una revelación que logró modificar el pasado. En 2013 todo el elenco de Matilda se reunió para festejar el décimo séptimo aniversario: al ver el video que circula en internet se puede ver el vínculo afectuoso entre el director y Mara Wilson. La abraza como si fuera su hija. Y tal vez lo sea.

Matilda, la película y la novela, cambió y sigue cambiando la vida y visión del mundo de millones de niños y adultos. Si bien no fue un éxito de taquilla, durante los años 90 fue uno de los VHS más alquilados. Mucho más que eso: Matilda creció tanto con los años que hoy es un legado que se pasa de generación en generación, borrando las diferencias etarias.

Se volvió tan un referente para quienes crecimos en los 90 que hoy explicamos nuestros estados de ánimo con una escena hecha meme: Bruce comiendo la enorme torta de chocolate o el gesto desquiciado de Trunchbull. Todo lo que nos pasa y no podemos explicar se esconde en alguna escena de Matilda. Mara Wilson contó en su autobiografía (Where Am I Now? True Stories of Girlhood and Accidental Fame, 2016) que no recuerda su vida antes de MatildaAl igual que todos nosotros.

Danny DeVito tampoco olvida a Matilda: sigue rondando en su cabeza la idea de una secuela. Varias veces declaró que podría ser sobre la hija de Matilda, y tal vez una excusa para que Mara Wilson vuelva a actuar en la pantalla grande. Sería una linda excusa para que DeVito vuelva a la dirección: la última película en la que se puso detrás de cámara fue Dúplex, en 2003. Mientras tanto podemos seguir viendo Matilda una y otra vez, repitiendo cada línea de diálogo. Porque siempre nos abre los ojos: la novela y el libro son esa familia para aprender a querer y a ser queridos.

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