Hugo Moyano apoyará a un opositor de Armando Cavalieri para intentar desplazarlo en las elecciones de Comercio

Política

Apuesta a que el disidente Ramón Muerza gane los comicios del sindicato en 2022 y buscará que el Frente de Todos se sume a la jugada. 


Es la noticia más impactante del nuevo año en el mundo sindical y seguramente lo seguirá siendo hasta 2022: Hugo Moyano decidió apoyar al opositor mercantil Ramón Muerza para que intente desbancar a Armando Cavalieri en las elecciones del Sindicato de Comercio de Capital que se realizarán el año próximo y buscará sumar al kirchnerismo y a otros sectores del Frente de Todos para que la jugada se convierta en un objetivo político del oficialismo gobernante.

En los últimos comicios, que se hicieron en septiembre de 2018, Cavalieri le ganó a Muerza por apenas 461 votos (el líder opositor dice que, en realidad, fueron menos de 200), en un proceso electoral plagado de denuncias cruzadas en la Justicia y ante el cual incluso un sector del macrismo, encabezado por el vicejefe de gobierno, Diego Santilli, jugó en favor de la lista disidente.

Ahora, Moyano se terminó de convencer que el sector de “los Gordos”, que integra el jefe mercantil junto con Héctor Daer, de Sanidad, tiene los números necesarios para imponerse en el congreso de la CGT, que se hará este año, porque la Federación de Empleados de Comercio (FAECYS), el sindicato más numeroso del país, con más de un millón de afiliados y que también conduce Cavalieri, aporta una importante cantidad de congresales para definir la elección de la central obrera.

Se trata de unos135 congresales que, sumados a los de Sanidad y los de sus aliados independientes (UOCRA, UPCN y Obras Sanitarias), les permitiría superar los 600 sobre un total de unos 2100, en donde el moyanismo, hoy debilitado en materia de adhesiones sindicales, no tendría más de 300. Esa es la clave por la cual el líder camionero decidió iniciar el operativo que terminará en 2022 con el intento más fuerte por desbancar a Cavalieri, aprovechar los congresales de Comercio mediante el ascenso de Muerza para sacar a “los Gordos” de la CGT e imponer una renovación en la central obrera.

Moyano ya habló con Muerza para expresarle su apoyo. Entre ambos hubo varias llamadas, pero, por ahora, el camionero le envió a un emisario de su confianza. No hubo ningún encuentro cara a cara ya que el ex titular de la CGT es grupo de riesgo por su edad y su estado de salud. En esas charlas quedó en claro que el moyanismo le dará apoyo económico (el opositor de Comercio sostiene una estructura propia de más de 300 delegados) y, sobre todo, político: el titular de Camioneros buscará convencer a Alberto Fernández, Máximo Kirchner y Sergio Massa de los beneficios que tendría para el Gobierno lograr el desplazamiento de Cavalieri e incidir en la renovación de la CGT.

El moyanismo tiene antecedentes en materia de auspiciar listas opositoras en gremios conducidos por rivales, sobre todo desde 2012 y gracias al empuje de Facundo Moyano, ex titular del gremio de peajes y autor desde su banca de diputado de un frustrado proyecto de democratización sindical. El hijo legislador de Moyano venció al kirchnerismo en Aeronavegantes, a través de Juan Pablo Brey, en 2013, aunque sus candidatos Domingo Vilche y Cristian Oliva no pudieron ganarle a Héctor “Etín” Ponce en los comicios de la seccional Capital de la Asociación de Trabajadores Lecheros.

Facundo Moyano pudo restarle una porción de poder a Cavalieri cuando alentó la creación de la Asociación del Personal Profesional y Jerárquico de Comercio, conducida por Jorge Miguelez. Y últimamente consiguió la adhesión a las filas moyanistas de José “Vasco” Minaberrigaray, secretario general del Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines (SETIA).

El otro gremio en el que opera el moyanismo es la UTA, aunque sin la intervención de Facundo: el opositor Miguel Angel Bustinduy, involucrado en los graves incidentes de diciembre de 2019, en los que sus militantes ocuparon la sede del sindicato y causaron heridos y destrozos, tiene el respaldo camionero en su intento de desplazar a Roberto Fernández en las elecciones del año próximo.

La jugada contra Cavalieri no parece tan sencilla: el líder de Comercio, que cumplirá 85 años el 15 de febrero, maneja el Sindicato de Comercio de Capital desde 1985, es uno de los dirigentes con más cintura política de la Argentina y pertenece a ese establishment gremial que mantiene un fluido diálogo con los empresarios de todo tipo y con los gobiernos de cualquier signo partidario.

En su caso, significó haber sido parte en 1987 del acuerdo con Raúl Alfonsín que le permitió al sindicalismo dialoguista ubicar al dirigente lucifuercista Carlos Alderete como ministro de Trabajo (una suerte de Caballo de Troya para que el peronismo ganara las elecciones legislativas de aquel año). Luego apoyó a Carlos Menem y se convirtió en uno de los adalides del llamado sindicalismo empresarial de los años 90. Incluso cultivó buenas relaciones con Néstor Kirchner, quien llegó a elogiarlo en 2007 al participar del cierre del congreso mercantil, hasta que la alianza del santacruceño con Hugo Moyano resintió el vínculo porque el gobierno kirchnerista le jugaba en contra cuando Cavalieri sufría la ofensiva camionera para quitarle afiliados en los conflictos de encuadramiento.

El jefe del sindicato mercantil también tuvo línea directa con Mauricio Macri desde su gestión en la Ciudad de Buenos Aires, más allá del apoyo de Santilli al opositor Muerza en las elecciones de Comercio de 2018 (que se explica porque el vicejefe de gobierno y el rival de Cavalieri son amigos desde que ambos compartieron la militancia en el PJ porteño). Dicen que fue Macri quien frenó el respaldo de un sector de Cambiemos a Muerza y ordenó no hacer nada que perjudicara a Cavalieri.

Muerza, de 55 años, fue secretario de Organización de Comercio Capital durante tres mandatos consecutivos hasta que le dijo a Cavalieri que quería ocupar su sillón. “Sos joven, vos podés esperar”, le contestó, pero él no lo hizo y le volverá a disputarle el poder. En sus inicios, en realidad, trabajó en un frigorífico y a los 18 años consiguió un puesto en el sector de carnes de Coto, donde fue elegido delegado en 1986 y hace años es delegado general. Desde ese momento forjó una excelente relación con Alfredo Coto, el dueño de la cadena de supermercados, hasta el punto de que en broma les dicen que son padre e hijo, y en 1992 entró al sindicato de Comercio como tercer vocal titular.

Moyano tiene en la mira a Cavalieri desde los años 90, en que el camionero combatía al menemismo y el dirigente mercantil estaba cerca del Gobierno, y en 2011 apadrinó una lista opositora en Comercio Capital, que llevó a Oscar Nieva como candidato a secretario general. En aquella época, Moyano aún apoyaba al kirchnerismo y por eso Nieva contó con el asesoramiento legal de Héctor Recalde, abogado de la CGT, y el entonces diputado ultra K Carlos Kunkel. Sin embargo, Cavalieri ganó los comicios y luego lo convocó a Nieva para que se sume a sus filas: hoy es secretario de Turismo, Recreación y Deportes de la Federación de Empleados de Comercio en representación de Capital.

El Sindicato de Comercio porteño, que tiene unos 70.000 afiliados, será otra vez escenario de grandes tensiones sindicales y políticas, aunque surge un enorme interrogante: ¿aspirará Cavalieri a una nueva reelección en un año en el que soplará 86 velitas? En los últimos años, el líder mercantil fue cediendo espacios a quien se considera su delfín: Carlos Pérez, secretario de Asistencia Social del gremio en Capital y titular de OSECAC, la obra social de los mercantiles y la más numerosa del país.

La otra duda es de carácter político: ¿se sumarán sectores del Frente de Todos a la jugada contra Cavalieri? En el caso del kirchnerismo, es muy probable: Cristina Kirchner y su hijo Máximo no lo quieren por su pasado menemista y por su buena sintonía con el sector empresarial. Y el desalojo de “los Gordos” de la CGT es un viejo sueño de la plana mayor kirchnerista, que se sentiría a gusto si Pablo Moyano pudiera ponerse al frente de la central obrera en lugar de Daer.

Sergio Massa tiene llegada al Sindicato de Comercio: unos diez secretarios generales de todo el país militan en el Frente Renovador, e inclusive algunos de ellos, como Julio Rubén Ledesma (Zona Oeste) y Orlando Machado (Lanús-Avellaneda), se distanciaron de Cavalieri. Pero cerca del presidente de la Cámara de Diputados fueron terminantes: “Sergio nunca se mete en las internas gremiales”.

¿Qué dirá Alberto Fernández de esta movida opositora en Comercio? Más allá de su relación con Cavalieri, la señal que dio el Presidente fue a través de su amigo Claudio Moroni, ministro de Trabajo: apenas asumió su cargo, designó como uno de sus principales asesores a Alberto Tomassone, el experimentado abogado laboralista que acompaña a Cavalieri desde hace décadas.

La feroz pelea que se perfila en Comercio recién se insinúa, pero es la verdadera batalla de fondo del sindicalismo argentino y el combate definitivo de Moyano para desplazar a un viejo rival y tratar de desbancar de la CGT a “los Gordos”, sus mejores enemigos desde hace treinta años. El problema es que, en medio de la confrontación, las esquirlas pueden lastimar al Gobierno y, en particular, al permanente intento de equilibrio del Presidente en ese laberinto que es el sindicalismo.

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