El Presidente almorzará hoy con un gobernador y la definición electoral del oficialismo entra en tiempo de descuento

Política

“Hay que hablar hasta último momento”, le dijo anoche un jefe provincial a este medio.


Sin comunicación en la agenda oficial -hasta anoche solo se consignaba una ceremonia protocolar en el Salón Blanco-, Alberto Fernández se reservó para este jueves el horario del almuerzo para recibir en su despacho al gobernador Raúl Jalil, uno de los jefes provinciales designados en el CFI para convencerlo al Presidente de la “imperiosa necesidad de encontrar una síntesis en la fórmula presidencial”, un reclamo que algunos de ellos volvieron a reiterar este miércoles por las redes y que el catamarqueño llevará este mediodía en persona a la Casa Rosada a 72 horas del cierre de listas, en un clima de creciente tensión interno.

“Hay que hablar hasta el último momento. Estamos tratando de ir y conversar entre todos”, le aseguró a última hora de la noche a Infobae un gobernador del norte que no descartó otros comensales en la mesa presidencial de este jueves en Casa Rosada. Este miércoles, Fernández recibió en ese mismo comedor al ministro de Economía, Sergio Massa, en cuyo entorno ya no hay disimulo por ocultar las serias diferencias palaciegas: “Alberto no se hace cargo de nada, y se victimiza”, resumieron.

En las últimas horas, las negociaciones puertas adentro de Unión por la Patria se aceleraron, y la confusa dinámica interna en torno a la definición electoral que Cristina Kirchner se apresta a avalar de un momento a otro, y que tiene desconcertado al círculo rojo, no hizo más que alimentar los trascendidos alrededor de dos de los principales postulantes: los ministros Eduardo “Wado” de Pedro y Massa. Anoche, el futuro electoral de Axel Kicillof parecía estar atado nuevamente a la provincia de Buenos Aires.

El factor Daniel Scioli seguía hasta anoche al tope de las especulaciones porque su decisión de inscribirse como precandidato presidencial el próximo sábado podía terminar de definir en estas horas si Unión por la Patria tendrá o no finalmente PASO en esa categoría el domingo 13 de agosto. Ayer, después de la impugnación que los apoderados de la lista sciolista presentado en la Justicia bonaerense, el clima en el búnker del ex motonauta no era el más festivo. “Habrá que negociar y poner la unidad por sobre el resto”, resaltó un dirigente que trabaja activamente desde hace más de un mes para el embajador.

Horas más tarde, el jefe de La Cámpora y del PJ bonaerense anunció en un comunicado la decisión de “facilitarle los avales al sector de Daniel Scioli para que pueda presentar su candidatura presidencial”. “Resulta sumamente extraño que alguien que aspira a conducir los destinos del país no haya conseguido los avales necesarios para ir a elecciones”, subrayó Máximo Kirchner en el texto acompañado por otros representantes partidarios del frente. ¿Fue solo una chicana para disimular la persistencia de Scioli? ¿Una humillación pública para que desista? ¿O el reclamo de una lista de unidad es solo un slogan público que no termina de convencer a todos los socios de la coalición?

En el oficialismo, el comunicado del jefe camporista se interpretó puertas adentro como un guiño a De Pedro, que esta semana se llamó a silencio -tenía previsto reaparecer esta tarde, con empresarios-, se guardó de las operaciones mediáticas y solo se pronunció en público por la violencia en Jujuy, que corrió por unos días al oficialismo del eje de la disputa interna electora.

Hasta ahora, el funcionario había sido el más interesado en que Scioli no desactivara su postulación, impulsada por el Presidente, sus ministros Aníbal Fernández y Santiago Cafiero, su amigo el publicista Enrique “Pepe” Albistur y Victoria Tolosa Paz, la hiperactiva ministra de Desarrollo Social que todavía se postula en la provincia de Buenos Aires. Un interés doble por parte de “Wado”: por la necesidad de revalidarse electoralmente en una interna peronista -su figura, interesante para el círculo rojo, todavía no despierta grandes pasiones en el PJ- y para confrontar con la gestión del gobierno que, según sus colaboradores, el embajador en Brasil se ocuparía en defender si finalmente es candidato.

Desde el sector del kirchnerismo que apuesta por la figura del ministro del Interior insistían anoche en que, por ahora, la ex Presidenta no había promovido personalmente ninguna herramienta para convencer a Scioli. “Si quieren bajarlo, ocúpense ustedes”, dicen que fue el mensaje que habría bajado. La visita que Juan Manzur realizó en la tarde de este miércoles al Senado alimentó aún más las especulaciones.

El tucumano había quedado envuelto en rumores de un posible acuerdo con Scioli, una versión que en el kirchnerismo le atribuyen al propio sciolismo. Lo cierto es que el gobernador dejó correr los trascendidos. Al mediodía del lunes siguiente a la elección en Tucumán llamó personalmente al teléfono del ex gobernador. En el Gobierno explican que en sus épocas de jefe de Gabinete el líder del Frente Renovador había propiciado su salida antes de desembarcar en economía. Hace dos domingos, horas después del contundente triunfo electoral, Massa felicitó vía Twitter solo a Osvaldo Jaldo. Por el contrario, De Pedro, que viajó a la Provincia, hizo lo propio con el gobernador electo, pero envió un saludo “especial al compañero” Manzur.

A diferencia de De Pedro, cuyo poder es delegado, el ex jefe de ministros de Fernández arrastra, como Massa, un capital personal que trasciende a la política e implica al establishment. Es un caudillo con poder territorial que concentra además a varios gobernadores. Esta semana empapeló la Ciudad con afiches.

La posibilidad del tucumano -es la sexta provincia con mayor incidencia electoral- como compañero de la fórmula principal del oficialismo se acrecentaba este miércoles. “Juan puede ser el representante de los gobernadores: Cristina no los va a dejar afuera”, abundó ayer a este medio un interlocutor del gobernador. Jorge Capitanich, de Chaco, conoce perfectamente el significado de esa frase: sufrió reiteradas veces la falta de apoyo K. En especial de La Cámpora. Cómo sugirió la vicepresidenta, las disputas políticas caducan a los seis meses.

En ese escenario, en el massismo esperaban por estas horas inquietos por la estrategia final de cara al cierre de listas del sábado. El lunes, versiones no corroboradas dieron cuenta de una cena junto a Cristina y Máximo Kirchner que en el Senado y en el Ministerio de Economía se encargaron de desacreditar. Massa, en tanto, monitoreaba las negociaciones con el Fondo Monetario: en la tropa massista insistían estos días en la urgencia por encolumna a la coalición detrás de una sola candidatura para mostrar fortaleza interna en un proceso electoral que puede dañar aún más al programa económico. Es decir, sin Scioli en la competencia.

En sectores de poder de la coalición y del círculo rojo empresario y político seguían apostando por el ministro de Economía como el único capaz de aglutinar a todo el frente detrás de una postulación de peso. A pesar del capital simbólico del Kirchnerismo.

En el Frente Renovador se especulaba además con la chance de que una figura del espacio podía integrar la fórmula bonaerense si se confirma finalmente a Kicillof como el candidato a la reelección. La presidenta de la Cámara baja, Cecilia Moreau, podía tener ese lugar si es que Verónica Magario no repite el binomio.

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