El candidato desconocido en Occidente, Kemal Kilicdaroglu, empujó a Erdogan a una histórica segunda vuelta en Turquía

Internacionales

El líder de la alianza opositora, de 74 años, enfrentará al presidente en el balotaje del próximo 28 de mayo y buscará terminar con dos décadas de un gobierno cada vez más autoritario.


Un funcionario jubilado del que pocos han oído hablar fuera de Turquía ha empujado al presidente Recep Tayyip Erdogan a una segunda vuelta electoral, la primera de la historia post otomana del país.

Fue un resultado agridulce que dejó frustrados a los seguidores de Kemal Kilicdaroglu tras una acalorada noche de recuento de votos en las elecciones más importantes de los tiempos modernos en Turquía.

Los resultados, casi completos, mostraban que Erdogan había obtenido el 49% de los votos, y el líder de la oposición laica en torno al 45%.

Los sondeos preelectorales daban a Kilicdaroglu a un paso de superar el umbral del 50% necesario para evitar la segunda vuelta.

La lira cayó frente al euro ante la decepción de los inversores por el hecho de que la era de economía no convencional de Erdogan no llegara a su fin tras los comicios de este domingo.

Sin embargo, para el líder de la alianza opositora más fuerte, de 74 años, supone un logro histórico enfrentarse al hombre que nunca ha perdido una votación nacional en sus dos décadas de gobierno.

Kiliçdaroğlu afirmó que los recuentos de su propio partido mostraban que iba en cabeza e instó a sus partidarios a vigilar las urnas mientras se contaban los últimos votos.

“No tengan miedo de la voluntad de la nación”, dijo a los funcionarios electorales turcos a primera hora del lunes.

La segunda vuelta del próximo 28 de mayo brindará a Kilicdaroglu la oportunidad de revertir un nefasto historial electoral que le ha hecho perder su candidatura de 2009 a la alcaldía de Estambul y luego media docena de votaciones nacionales frente a Erdogan y su partido de raíz islámica.

Ese récord estuvo a punto de romper la alianza de seis partidos de la oposición cuando anunció su intención de desafiar a Erdogan. La coalición opositora acordó respaldar su candidatura tras discutirlo durante un año. Se unieron en torno a él tras el resultado de la primera vuelta.

“Estamos ganando”, tuiteó Meral Aksener, aliada nacionalista de Kilicdaroglu, al conocerse el resultado.

Sin ambiciones

Kiliçdaroğlu, de voz suave, es un estudio de contrastes con el impetuoso y grandilocuente Erdogan, un populista cuyo don para hacer campaña le ha ayudado a convertirse en el líder más longevo de Turquía.

Su melena plateada y sus gafas cuadradas dan a Kilicdaroglu un aire profesoral que delata su formación como contable que ascendió hasta dirigir la agencia de seguridad social de Turquía.

Durante la campaña ha ignorado los ataques personales de Erdogan y, en su lugar, ha hecho hincapié en las dificultades que todos los turcos han sufrido durante años de agitación política y económica.

Una de sus principales promesas consiste en ceder al Parlamento muchos de los poderes que Erdogan ha asumido en la última década de su gobierno.

Promete, además, que una vez que culmine su mandato dará paso a una generación más joven de dirigentes que se han unido a su polifacético equipo. “No soy alguien con ambiciones”, dijo antes de la votación.

Su sueño es “restaurar la democracia” y luego “sentarme en un rincón, a jugar con mis nietos”.

Charlas de cocina

El apoyo deKilicdaroglu se ha visto favorecido en gran medida por una crisis del coste de la vida que los analistas -y muchos votantes turcos- achacan a las creencias económicas poco ortodoxas de Erdogan.

Pero está respaldado por una campaña viral en las redes sociales que elude el control estatal sobre la televisión y se dirige a los votantes en breves clips grabados desde su cocina de azulejos retro.

Estas charlas reciben millones de visitas y suelen abordar temas que rara vez aparecen en los medios pro gubernamentales.

En una de las más famosas, Kiliçdaroğlu rompió tabúes al hablar de su condición de aleví. Este grupo ha sido objeto de violentas represiones durante décadas porque sigue una tradición islámica más espiritual que lo separa de los musulmanes sunitas y chiitas.

“Dios me dio la vida”, dijo Kilicdaroglu en el video. “No soy pecador”. La publicación nocturna acumuló casi 50 millones de visitas en Twitter a la mañana siguiente.

Erdogan acusó en una ocasión a los alevíes de inventar una “nueva religión”.

Filo de acero

Algunas de sus otras políticas tienen un borde más acerado que evoca el nacionalismo del fundador de Turquía, Mustafa Kemal Atatürk, el primer y más importante líder de su Partido Republicano del Pueblo (CHP).

Kilicdaroglu promete devolver a su patria en un plazo de dos años a casi cuatro millones de sirios que huyeron de la guerra civil.

Dijo que no se trataba de una cuestión de “raza”, sino de “recursos” en Turquía durante su malestar económico.

Kiliçdaroğlu reafirma ese mensaje recordando su propia humilde educación en la provincia kurda aleví de Tunceli. “No teníamos nevera, lavadora ni lavavajillas”.

Más tarde invitó a los periodistas a su oscuro apartamento para hablar de su decisión de dejar de pagar las facturas de la luz.

Fue una declaración de solidaridad con los votantes turcos afectados por la inflación que intentó salvar las diferencias políticas.

“Esta es mi lucha para reclamar nuestros derechos”, dijo junto a una antigua linterna que iluminaba su escritorio.

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