Ejecutivos del sistema financiero en Nueva York, analistas y ex funcionarios en Washington coinciden en que el ministro ya quedó en una situación muy débil aunque permanezca en su cargo, pero admiten que, si renuncia, la situación puede empeorar en forma acelerada.
En un contexto de pesimismo, los empresarios y ejecutivos del sector financiero están preocupados por el rumbo que adoptará el Gobierno tras la pelea entre el kirchnerismo más duro y el ministro de Economía, Martín Guzmán, más allá de su continuidad.
“Nadie lo va a extrañar si se va, pero sabemos que las alternativas son peores”, indicó el dueño de un fondo de inversión de Nueva York, uno de los pocos interesados en la situación argentina.
“El interés por la Argentina se acerca a cero, pero creo que, si Guzmán se va, la perspectiva será peor”, agregó un importante analista de otro banco de inversión internacional.
Uno de sus pares aportó un matiz: “Nadie duda que la situación ha empeorado y para nosotros el escenario base, que era optimista para después de las elecciones, se diluyó bastante. Pero el temor es que, sin Guzmán, se acelere el deterioro que pensábamos que iba a ser más lento”.
“Hoy las pocas preguntas que tengo de mis clientes son quiénes son Paula Español y Augusto Costa, a quienes ven como posibles reemplazantes de Guzmán. En cualquier caso, el miedo es a un creciente intervencionismo sobre los precios e inclusive sobre el índice de precios, aunque eso sería pegarse un tiro en el pie por la cantidad de deuda atada al CER”, explicó el ejecutivo del importante banco, sorprendido por las declaraciones del gobernador Axel Kicillof en contra del ministro.
En este sentido, consideró que el daño ya está hecho: “Si Guzmán se queda, será a costa de una gran debilidad; él ya no puede garantizar nada. Y, si se va, la cuestión es el rumbo de mediano plazo, porque es posible que la chance de un acuerdo con el FMI se aleje todavía más”.
Estas fuentes se preocuparon por aclarar que no destacan ningún logro de Guzmán, porque si bien el canje para salir del default se cerró en forma exitosa, esta operación no logró restablecer la confianza y tampoco observan otros hitos de su gestión para estabilizar la economía.
En este sentido, creen que el Gobierno podría caer en default con el Club de París, pagarle este año al FMI con los recursos adicionales que aporte el organismo por USD 4300 millones y espere a ver qué pasa con los fuertes pagos del 2022, imposibles de afrontar sin un nuevo programa.
Al respecto, desde Washington el ex director del FMI para la región, Claudio Loser, expresó: “Si se va Guzmán se quiebra el mejor mecanismo o puente de comunicación y entendimiento con el FMI; creo que el FMI se va a preocupar mucho, aunque no lo exprese abiertamente”.
Benjamín Gedan, subdirector del proyecto para América latina del Wilson Center, sostuvo que “Guzmán es visto en el exterior como una persona pragmática que reconoce que las políticas heterodoxas en Argentina, como control de capitales, control de precios y el déficit fiscal, son obstáculos para el crecimiento sostenible en el largo plazo”.
“Demostró que es un buen negociador cuando llegó a un acuerdo con acreedores extranjeros en agosto pasado y hay sectores en el gobierno que tienen una visión más ideológica con respecto al manejo de la economía, y algunos que tal vez prefieren pelear con la comunidad financiera internacional en lugar de negociar con el FMI o atraer inversión extranjera. Por este motivo, la recuperación económica pospandémica de Argentina depende en parte en cual facción gane en esta disputa interna”, aclaró.
Otro ex funcionario del Fondo que conoce bien a la Argentina aseguró: “Todo lo que viene en materia de política económica suena a más restricciones, más allá de cómo le vaya al Gobierno en materia electoral, porque Cristina Kirchner siempre mostró que prefiere redoblar antes que corregir”.
Por esta razón, la fuente indicó que la perspectiva de un acuerdo “aparece cada vez más lejana, porque la Argentina no tiene un problema de deuda, sino de credibilidad e incertidumbre porque no se sabe qué quiere el Gobierno”.
Por su parte, Gabriel Lopetegui, ex director de la Argentina ante el FMI, dijo que “en Buenos Aires deberían entender que si firmaran un acuerdo convencional de facilidades extendidas a 10 años, por cuatro años dejarían de pagar y, después de ese plazo, empezarían a hacerlo en tramos. Sería un gran oxígeno hasta que el país pueda volver al mercado voluntario de capitales en un par de años”, indicó por su parte
“En un acuerdo de facilidades extendidas como el que quiere firmar Guzmán, cada desembolso es devuelto en 12 cuotas semestrales, la primera de las cuales vence 4,5 años después del desembolso respectivo. Por este motivo, la idea de un arreglo a 20 años como quieren algunos en el gobierno argentino es totalmente innecesario”, explicó.
Uno de sus pares agregó en forma anónima que “claramente la relación de Guzmán con el staff del FMI es muy buena, pero lo último que prefiere el Fondo es seguir dialogando con un ministro cuyo poder ha quedado licuado; no hay gente irremplazable”.
Desde Washington, otra fuente agregó que el Gobierno no debería preocuparse solo por el Club de París o por los directores de los países occidentales en el FMI, ya que la esperanza de que China o Rusia tengan un tratamiento más benigno es una “fantasía” en materia de cobro de deuda o de inversiones, tal como quedó reflejado en la gira europea de Guzmán, donde desde Berlín a Moscú, el ministro recibió el mismo mensaje: las empresas y gobiernos quieren respeto a la seguridad jurídica y a la posibilidad de cobrar lo que aportan.
Al respecto, se recordó que los países del G20 acordaron un marco de tratamiento común para cobrar sus deudas soberanas, más allá de que participen o no del Club de París (China y Rusia son del G20, pero no del Club)
Como se explica en la web del FMI, “el marco está diseñado para garantizar una amplia participación de los acreedores con un reparto justo de la carga. Es importante destacar que no sólo incluye a los miembros del Club de París, sino también a los acreedores bilaterales oficiales del G20, como China, India, Turquía o Arabia Saudí, que no son miembros del Club de París”.
Y de inmediato aclara: “Para beneficiarse de un tratamiento de la deuda dentro del Marco Común, un país debe tener un programa respaldado por el FMI para apoyar la aplicación de políticas económicas y reformas estructurales adecuadas”, reflejando que las reglas son las reglas, en Occidente y en Oriente, más allá de quien se quede a cargo del Palacio de Hacienda de la Argentina.