El Mago asume como líder del equipo argentino y habla de lo que significa para él, de su retiro y de la evolución de aquel jugador caprichoso a este serio entrenador, padre de dos hijos.
Guillermo Coria es, ahora, capitán. El insolente, el papá, el Mago, ese que no ha perdido el magnetismo con la gente que aún gustaría de verlo jugar, a pesar de los 12 años y medio que lo separan de su último partido. “Vuelve ‘La Magia’”, se escucha en la Asociación Argentina de Tenis, en referencia al nuevo cargo que ejercerá como capitán de Copa Davis, algo tan ansiado como esperado por la institución y por el ex N° 3 del mundo.
-¿En qué momento te llega esta capitanía?
-Creo que en un buen momento, con muchas ganas y muy feliz. Ya estaba consensuado con el Consejo de la AAT que Gastón estaría 2 o 3 años y, luego, me iba a tocar a mí. Así que llegó la confirmación y estoy muy contento, muy motivado para volver a viajar y volver a sentir esas sensaciones que son horribles cuando sos jugador, las famosas mariposas en la panza antes de cada partido, pero que terminás extrañando cuando te retirás, y que nunca más en la vida las volvés a sentir. Así que creo que me agarra bien armado en ese sentido y maduro.
Coria se entusiasma con su nuevo rol, y se nota, le brillan los ojos como en aquellos días en que acumulaba victorias. “Vos sabés que siempre me gustó trabajar con los juniors, lo hice durante 10 años con todo el desarrollo del tenis y, ahora, con Franco ‘Totó’ Squillari (director de Desarrollo de la AAT). Y creo que como capitán, además de estar con todos los jugadores dentro de los 100 o 150, voy a estar con los que vienen atrás, los que están haciendo un gran trabajo en 14, 16 y 18 años. Porque uno que fue jugador sabe lo que significa para un chico ser mirado, o no, por el equipo de Copa Davis o por el de Desarrollo. Yo lo digo con total humildad, fui bueno en todas las categorías y siempre fui convocado para entrenar en Buenos Aires, pero tenía amigos que quedaban afuera y veía cómo se sentían. Por eso voy a vincular a todos los que pueda.”
Ni el encierro frenó la ilusión por su nuevo rol y durante la pandemia aprovechó la interacción virtual y los juegos en línea, “porque, aunque no lo creas, eso fortaleció mi relación con varios tenistas. Como no se podía hacer nada, Fede (su hermano) me invitó a jugar en el equipo en el que había varios de ellos y se generó una relación espectacular, como la que tengo con Peque y Guido”. En base a esto, la idea de Coria es lograr el apoyo de todos los jugadores en competencias por equipo, aunque no sean convocados, algo que en su época no se consiguió, aunque para Guillermo tiene una explicación. “Los europeos se juntan, pero ellos no tienen que viajar tanto como nosotros, que cuando volvíamos al país queríamos estar en casa o tan sólo descansar. Pero la idea es ésa, que todos se sientan parte del equipo, convocados o no”, argumenta y agrega: “Por suerte, ya me sacaron dos mochilas. Por un lado, Gastón hizo debutar a mi hermano y si tengo que convocarlo no habré sido el primero y, la principal, es que ya no está más la responsabilidad de ganar la Copa Davis, ya se ganó. Ahora hay que volver a ganarla y estoy convencido de que tenemos equipo para hacerlo. Vienen varios jugadores con muchísima fuerza y creo que en 4 o 5 años al capitán que esté se le va a complicar, porque va a tener entre 8 y 10 jugadores para elegir, como hubo en su momento. Pero, ahora, ojalá que podamos contar con todos, con Fede Delbonis, y que ‘Delpo’ esté con posibilidad de volver a jugar, porque es una figura fundamental para el equipo, y si no puede, que esté acompañando desde afuera porque su apoyo es una inyección tremenda de energía.”
Coria todavía no tuvo tiempo de hablar con quienes lo acompañarán en el cuerpo técnico, pero quiere que sigan todos los de la última serie, sin embargo, ya sabe que Gustavo Marcaccio será una baja en su cargo. “Con el único que pude hablar fue con Cachito y le propuse que siguiera, pero lamentablemente, me comentó que no va a continuar. Igual, dentro de un tiempo se lo voy a proponer nuevamente. Después, hay que ver cuál es la idea de cada uno, si tienen tiempo y ganas de seguir. Al que sí voy a sumar es al Tero (Martín) García, mi amigo de la vida, porque es mi persona de confianza”, adelanta.
-Hace unos años decías que Gaudio no sería una de las personas a las que invitarías a cenar, pero ahora sos el sucesor y debe haber un traspaso. ¿Cómo es tu relación actual con Gastón?
-¡Espectacular! En San Juan fue muy buena, Gastón sabe mucho de tenis y fue un gran jugador, muy talentoso. Está claro que él tiene su personalidad, no es una persona muy abierta y fácil de entrarle, pero mi relación con él, bien. Por eso, las pocas veces que hablamos mano a mano fue un lujo, un placer. Pero no sólo hablé con Gastón, sino también con David (Nalbandian) y con Willy (Cañas), es un placer hablar con ellos, porque no son de dar muchas notas y una vez que estás retirado no hablás tanto de tenis. Cuando jugábamos, sólo compartíamos el circuito, no teníamos mucha relación por fuera, pero en esta nueva etapa de nuestras vidas, hablar con todos ellos es un placer, porque son jugadores que fueron buenos de verdad y nos matábamos entre todos. Había una gran competencia, sobre todo en polvo de ladrillo. Era como un juego de ajedrez en el que influía mucho el factor mental, porque a un punto lo tenías que ganar 20 veces.
En esa misma línea, Gaudio había dicho que estaban superadas todas aquellas diferencias que tuvieron cuando jugaban y que ya no hay distancia entre ellos. “Antes no teníamos relación, con ninguno, y menos la que tenemos hoy. Nos llevábamos bien, pero cada uno estaba en lo suyo, en su mundo, éramos unos pendejos inmaduros. Había una competencia terrible, porque todos jugábamos bien y no era fácil. Había mucho desgaste, sobre todo en polvo de ladrillo, en dónde obteníamos el 70% de nuestros puntos. Nos matábamos y eso nos distanciaba. Por eso, con Gastón hemos comido juntos, pero nunca mano mano. Ya somos grandes, yo tengo hijos (Thiago y Delfina) y pienso que él pronto va a tener los suyos (sonríe), con eso ya tenés otra cabeza y ves diferente las cosas. Ahí es cuando decís ‘¡qué pelotudo!’ Mirá si era para calentarse y tener una reacción de pendejo inmaduro. Muchas veces, yo tuve esas reacciones y hoy las veo en algunos chicos, entonces me pregunto cómo me han bancado estas reacciones y no me pusieron los puntos. Si hoy se diera el caso y me tocara ponerle los puntos a algún chico, yo se lo voy a decir y le voy a explicar que se lo digo por su bien, contándole mis ejemplos. Yo soy de marcar lo bueno, pero también lo que se está haciendo mal, para ayudar y para que progrese en su tenis. No para meterle el dedo en la llaga y hacerlo sentir mal.”
Guillermo Sebastián Coria, tal su nombre completo, vuelve a la primera plana del tenis argentino, después de su retiro en 2009, una despedida que sorprendió (tenía 27 años), pero que se percibía por los resultados, sin embargo, nunca le quedó demasiado claro al gran público del tenis el motivo de su retiro. “No hubo problemas físicos ni cansancio por los viajes ni nada familiar, perdí motivación. Yo era un jugador como lo es Schwartzman o lo eran Cañas o Puerta, no tenía golpes definitorios como la derecha o el saque de Del Potro, yo debía luchar todos los puntos. Lo mío era la entrega y estar concentrado, porque si aflojaba un poquito con esa intensidad me pasaban por arriba, por eso, más allá de esa racha de 35 partidos sin perder en polvo de ladrillo, era todo muy desgastante. En mi época, había muchos muy buenos jugadores sobre polvo de ladrillo: los españoles, los sudamericanos, los rusos, los rumanos y hasta los ‘americanos’ te la hacían difícil. Me desgastaba mucho y llegaba a fin de año liquidado, por eso nunca pude ir relajado y fresco a los Master que clasifiqué (2003 a 2005), siempre llegaba con dolor o molestia y quemado de la cabeza. Para colmo, apareció Nadal.”
Los recuerdos son muy frescos y vívidos en Coria, quien comenzó su carrera atravesando la época de Guga Kuerten, Ferrero, Moyá, hasta poder aprovechar su momento, pero reconoce que la aparición de Rafa, en cierto modo, le hizo de límite a su esfuerzo. “Una bestia que empezó a derrumbarme psicológicamente. Me demostró que ya no iba a ser fácil ganar los torneos importantes, esos que me motivaban, en los que yo me enfocaba, los Masters 1000 y los Grand Slam”, confiesa, y por eso la frase con la que cierra el tema de su retiro asoma con crudeza y le deja paso a las sensaciones que sólo él conoce en su interior. “Mi carrera puede que haya sido muy corta, pero fue muy intensa, a la vez. Por eso, cuando bajé un poco la intensidad, porque ya no tenía ese hambre de gloria, cuando ya no me importaba llegar al hotel después de haber perdido y cuando todas esas cosas se empezaron a reflejar en el resultado, dije basta. Me retiré joven, feliz y tranquilo, por eso nunca intenté volver, sentía que ya había dado lo máximo de mí”, culmina mirando con los ojos rasgados por su sonrisa de siempre.
Ahora, Coria llega a la capitanía sin haber tenido demasiada participación en Copa Davis, sin embargo, a pesar de reconocer que las sensaciones de presión se asemejan en definiciones de torneos importantes, sabe que representar al país impacta diferente en los jugadores, porque “en ninguna otra competencia sentís lo que en la Davis. A lo mejor, yo lo viví en Roland Garros o en algún Grand Slam o en otras finales, pero es otra sensación, se te vienen otros pensamientos a la cabeza cuando representás a tu país”.
El trabajo con los juniors será parte de su trabajo como capitán y, más, después de un año casi sin representantes en los Grand Slam. Pero el Mago interrumpe la consulta, porque siente que algunos comentarios criticaron sin contemplar que “en estos años de pandemia costó mucho movilizar a los niños, no sólo porque se van o por cómo se iban a mover o adónde se iban a alojar, sino porque había que pensar en cómo volvían. Hubo algunas críticas injustas, porque la gente o los periodistas no saben que no es que la Asociación no quiso, sino que había cosas que no se podían hacer dentro de un país con normas diferentes a otros. Nos ha pasado con el Sudamericano, de tener que evaluar la posibilidad de que los chicos regresen por tierra, a causa de las restricciones. Obviamente que a nadie le gusta que no tengamos jugadores en los torneos más importantes, pero fue terrible, y ni hablar desde lo económico. Yo me pregunto qué haría un chico o una chica de 13, 14 o 17 años si tiene que quedarse dos meses afuera, solo. ¿Cómo vive? ¿Cómo se mantiene? ¿Y los padres? Disculpame que interrumpí, pero hubo críticas que no las comparto, porque creo que no tuvieron en cuenta estos puntos. Ahora, si tenés los recursos y no hubo pandemia y no tenés jugadores representándote, ahí sí, debés hacer autocrítica”.
“Yo hablo mucho con los chicos -prosigue Coria-, también con aquellos que hace rato están jugando futures y se les hace cada vez más difícil mantenerse, pagar un entrenador, vivir afuera, ni hablar de viajar, estar lejos en países de la loma del culo y solo, qué no podés comer ni dormir bien. Están desprotegidos, por eso también es que vamos a trabajar mucho en que los chicos estén lo más protegidos posible, en todo sentido”, comenta.
Su hermano Federico Coria debutó con un triunfo en la última serie de Copa Davis ante Kazajistán y es quien, hoy, capta la atención de la familia. Para él, Guillermo era más un ídolo que un hermano mayor (se llevan 10 años) al que veía muy poco, pero desde que dejó de competir, el Mago vive más cercana esa relación y siente que “Fede es una persona que se merece estar viviendo este momento, a los 29 años. Y es un claro ejemplo de que nunca hay que darse por vencido, y mirá que es muy difícil no darse por vencido cuando las cosas no se dan, cuando no salen bien o no tenés un mango. Pero Fede se mantuvo y por su cuenta, nunca quiso ayuda, salvo en algunas cosas pequeñas, pero todo lo que ganó fue por mérito propio y de su cuerpo técnico. Fede no tiene un mango, pero no mezquina nada. Lo que gana lo invierte en su cuerpo técnico, en viajar con ellos y con su novia, hace una vida de top ten, cuando no lo es, pero se la juega a invertir en su juego, porque en el 80 o 90 por ciento de las veces no se te da, y a él le está dando resultado”, dice con un dejo de orgullo y alegría, sobre todo, por “todo lo que le tocó vivir a Fede con esa suspensión que tuvo injustamente”.
Uno de los más atentos a esta situación es Oscar “Cacho” Coria, papá y primer profesor tanto de Guillermo como de Federico, por eso es que la imaginación lleva a juntarlos en una misma cancha durante una serie de Copa Davis, cada uno en su rol. “Ojalá se dé. Ya fue muy fuerte verlo a Fede sentado adonde yo lo estuve cuando jugaba. Pero te repito, se va a dar si Fede merece estar ahí, eso está más que claro. Así que no sólo lo va a sentir mi viejo, sino también mi mamá, mi hermano, todos, porque sabemos lo que le costó”.
Una última ilusión vuelve a iluminar sus gestos en “este lindo desafío de ser capitán. No veo la hora de que llegue marzo para empezar a jugar y espero que nos toque de local, porque sería maravilloso volver a tener ese contacto con la gente, ya que no me pude retirar como quería, con todo mi público y recibiendo ese cariño que hoy me podría llevar. Ese sería otro gran sueño que me podría llegar a cumplir la pelotita de tenis”.
Comienza un nuevo capítulo en el equipo de Copa Davis y el Mago Coria prepara la pluma con la que escribirá las páginas de los próximos dos años, para cerrar un siglo de historia argentina en esa competencia.