Finalizó la audiencia entre Alberto Fernández y el papa Francisco, clave en su relación política y personal

Política

El encuentro, el primero después de la aprobación del aborto en Argentina, duró 35 minutos.


El papa Francisco recibió al presidente Alberto Fernández en el Aula Paulo VI, ubicada a pocos metros de Santa Marta. El mandatario argentino arribó en un auto negro e ingresó por una calle lateral a la Basílica de San Pedro a las 4.52 (hora argentina). La audiencia comenzó puntual, a las 5 (hora argentina) y duró 35 minutos.

Junto al Presidente llegaron la primera dama Fabiola Yáñez, el canciller Felipe Sola, el ministro de Economía, Martín Guzmán, y los secretarios Guillermo Oliveri (Culto), Gustavo Béliz (Asuntos Estratégicos), Julio Vitobello (General de la Presidencia) y Juan Pablo Biondi (Medios y Comunicación).

Alberto Fernández y Francisco estuvieron a solas, y al concluir la audiencia fue el turno del saludo protocolar de la delegación con el Papa, la foto oficial y la entrega de obsequios.

¿Cuáles fueron los regalos entregados? Productos orgánicos de miel y de la cocina del Papa Francisco de jóvenes recuperados de adicciones de los hogares de la villa 3, una medalla por el aniversario de Malvinas, una estola de la Basílica de San José de Flores y estatuilla de San José (réplica de la que está en la basílica) con una estampita de Lujan, una colección de la Divina comedia traducida y un libro biográfico de Discépolo.

A continuación, el Jefe de Estado y su canciller Solá mantuvieron un encuentro por separado -y por unos 40 minutos- con el cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado Vaticano, para analizar los temas comunes diplomáticos. Estuvieron presenten también Oliveri y el secretario de Relaciones con los Estados del Vaticano, monseñor Paul Richard Gallagher.

Todo ocurre durante una mañana soleada, con temperatura agradable, y los signos endelebles de la pandemia: Roma esta desierta, y la poca gente que se ve pertenecen al ejército, son taxistas o periodistas argentinos que llegaron hasta el lugar para cubrir el encuentro.

Lo único importante será saber si Francisco y Alberto Fernández mantienen -o no- su amistad personal, pese a la sanción de la ley del aborto que fue asumida como una derrota política del Sumo Pontífice.

Desde esa fecha aciaga para Francisco, justo el día de su cumpleaños, un juego de acción psicológica se desarrolla sutilmente entre el Vaticano y la Casa Rosada. Alberto Fernández sostiene que conversa “mas de lo que se conoce” con el Papa, mientras que voceros eclesiásticos y laicos juran que ya no hay nada entre los dos: apenas la formalidad que debe simular Francisco ante el presidente de su propio país.

En este escenario muy parecido a una guerra de guerrillas, se instaló en Buenos Aires y Roma una versión que asegura que Francisco no quería concederle la audiencia oficial a Alberto Fernández. Esa versión fue desmentida por el propio jefe de Estado, su secretario de Culto y su secretario de Medios de Comunicación.

“No es cierto. La audiencia se pidió y fue concedida en tiempo récord”,dijo a Infobae un miembro de la delegación oficial.

“Es cierto. Desde el Vaticano y a través de obispos que hablan con (Alberto) Fernández se pidió que el Presidente no forzara la situación y que se abstenga de solicitar una audiencia papal”, aseguró un vocero de la Iglesia Católica que sabe cuántos metros hay que caminar desde Santa Marta al Aula Paulo VI.

La única manera de resolver las diferentes versiones del Vaticano y Balcarce 50 consiste en aplicar un método de pasado inmemorable que sirvió de base para explicar por qué había sido un fracaso para Mauricio Macri su primera audiencia con Francisco en la Biblioteca del Palacio Apostólico.

El “Método Macri”, para ponerle un nombre fácil de recordar, tiene dos parámetros básicos e imprescriptibles:

1. El tiempo de duración exacta de la audiencia con Francisco.

2. La sonrisa del Papa. Si brilla y se expande, la audiencia fue un éxito. Si sólo es una mueca, y sus ojos quedan inertes frente a las cámaras, la derrota política será difícil de maquillar.

Macri llegó a su primera audiencia -27 de febrero de 2016- con una comitiva que amenazó la piedad de Francisco. Estaba un jefe de Gabinete, que el Papa había puesto en el freezer, una gobernadora con apellido de un cardenal que supo maltraer al entonces arzobispo Jorge Bergoglio, dos mandatarios provinciales que eran cuestionados en Santa Marta, y el Presidente con su mirada ideológica del mundo y la sociedad del siglo XXI.

La audiencia papal duró 22 minutos. Y Macri se refugió en la embajada argentina en la Santa Sede antes de enfrentar a los medios de comunicación para tratar de explicar la boca desencajada de Francisco.

Ese fue un punto de inflexión y los vínculos entre la Casa Rosada y Santa Marta jamás pudieron atravesar la formalidad y la anomia.

Desde esta perspectiva, y aún como hecho casual, se puede usar como referencia temporal que Alberto y Francisco estuvieron 44 minutos en la primera audiencia que compartieron como jefes de Estado.El doble que Macri.

Era otra época. Había sintonía perfecta entre Alberto Fernández y el Papa. Se escribían más mails, se hablaban más por teléfono y Santa Marta estaba omnipresente en la Quinta de Olivos. De hecho, Martín Guzmán accede a Kristalina Georgieva -antes de su designación como directora gerente del FMI- por influencia de Francisco.

Alberto Fernández no hace marketing político con el PapaCuando sostiene en público y privado que es “un líder moral”, no hay dudas de su convencimiento. Y cuando refiere a sus enseñanzas sobre la solidaridad, el medio ambiente o el papel global del FMI, el Presidente está rescatando su coincidencia ideológica con Francisco.

Desde Alberto Fernández ese sentimiento personal y político continúa vigente, pese a su decisión laica de empujar una iniciativa legal que desde hace más cuarenta años está vigente en Italia. Francisco entiende las razones del jefe de Estado. Sin embargo está dolido: siempre creyó que Alberto Fernández optaría por él frente al dilema de tener la sonrisa del Papa a cambio de enterrar una promesa de campaña electoral.

En este cónclave versión 2021, la agenda será aleatoria. Si Francisco no perdonó la decisión política que afectará su legado papal, la reunión será un formalismo y los temas un excusa para que pase el tiempo. En cambio, si el Papa resuelve asumir su propio costo político y preservar una relación personal de casi treinta años, la audiencia será larga y con contenido vinculado al FMI, el COVID-19, el Cambio Climático y la situación bélica en Medio Oriente.

En términos del “Método Macri”, la audiencia no puede concluir antes del minuto 44. Si eso pasara, y además el Papa planta una sonrisa marchita, Alberto Fernández deberá adoptar como dogma la imperturbable lógica del ejercicio de poder: no se puede ser fiel a dos ideas contrapuestas.

Emmanuel Macron le regaló un libro con una dedicatoria adonde elogiaba su decisión de sancionar la ley del aborto como había prometido “otorgar a los argentinos”. Alberto Fernández llegó hoy al Aula Paulo VI con la incertidumbre de saber si ha perdido el respaldo total de un amigo e importante líder religioso.

No se trata de mala praxis política: el poder es juego de suma cero.

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