El Presidente siempre tuvo diferencias ideológicas con el exjefe de Estado, pero concurrió al Senado para demostrar que la desavenencia política no es un argumento válido para soslayar la muerte de un protagonista clave de la democracia.
Alberto Fernández tuvo profundas diferencias políticas e ideológicas con Carlos Menem, pero siempre respetó su ascenso al poder en democracia y su carisma para conquistar al electorado con una simple mirada. El Presidente explicitó en Twitter sus condolencias a la familia del exjefe de Estado, y después estuvo largas horas masticando arena y leyendo las filosas respuestas que recibió por su instantáneo gesto de cortesía institucional.
A fines de enero de 1983, una patrulla perdida conducida por Enrique Gorriarán Merlo tomó el cuartel de la Tablada y causó una sangrienta tragedia política cuando Raúl Alfonsín aún hacía equilibrio para no caer por la presión de las Fuerzas Armadas y la hiperinflación.
Carlos Menem ya era candidato presidencial y acusó a Alfonsín y a La Coordinadora liderada por Enrique Coti Nosiglia de haber organizado el copamiento del cuartel de la Tablada. Alberto Fernández, que había perdido la interna partidaria junto a Antonio Cafiero, salió al cruce de Menem en una columna furibunda publicada en Página/12.
Al otro día, Menem lo llamó a Alberto Fernández y le explicó qué todo es parte de la campaña electoral. Alfonsín apoyaba a Eduardo Ángeloz, y el entonces gobernador de La Rioja utilizó la aventura política de Gorriarán Merlo para consolidar su carrera hacia la Casa Rosada. El asesor de Cafiero no podía creer las explicaciones que le daba Menem para vincular al gobierno radical con la tragedia de la Tablada.
Menem derrotó a Ángeloz y asumió el 9 de julio de 1989. Alberto Fernández voto en blanco: no compartía su plataforma electoral. Y no sabía si, pese a sus cuestionamientos públicos, sería convocado a participar de la futura administración menemista.
Carlos Menem lo aceptó y firmó su designación como titular de la Superintendencia de Seguros de la Nación. Desde allí, el futuro jefe de Estado cuestionó la política económica de Menem, que ya había adoptado las normas básicas del Consenso de Washington. El Presidente nunca le dijo nada.
En 1992, en una ceremonia en el hotel Claridge, Alberto Fernández junto a otros miembros conocidos de su generación recibió el Premio a los “10 jóvenes sobresalientes de la Argentina”. Alberto Fernández fue con su madre Celia Pérez que era antiperonista.
El Premio fue entregado por Carlos Menen que aprovechó la oportunidad para hablar un minuto con la madre de Alberto Fernández. Cuando salieron a la calle, Celia Pérez le dijo a su hijo: “No sé porque cuestionas a Menem. Le vi en los ojos que dice la verdad”.
Alberto Fernández no hizo caso a su madre. Y en 1995 se fue del gobierno menemista y votó a José Octavio Bordón, que estaba acompañado por Carlos Chacho Álvarez. Menem ganó las elecciones presidenciales y se quedó en la Casa Rosada hasta diciembre de 1999.
El Presidente tiene profundas críticas políticas e ideológicas respecto a Menem, pero ayer no dudó en postear un tuit personal cuando se enteró que había muerto a los 90 años. Fue un texto acotado: recordó su cautiverio en la dictadura y su trayectoria democrática, y no hizo referencia a los indultos, a sus casos de corrupción pública y al encubrimiento del atentado a la AMIA.
“Con profundo pesar supe de la muerte de Carlos Saúl Menem. Siempre elegido en democracia, fue gobernador de La Rioja, Presidente de la Nación y Senador Nacional. En dictadura fue perseguido y encarcelado. Vaya todo mi cariño a Zulema, a Zulemita y a todos los que hoy lo lloran”, escribió el Presidente en Twitter.
Estas líneas causaron una reacción sistémica en Twitter. Alberto Fernández no podía creer la agresión que recibía en Twitter por haber explicitado su pésame a la familia Menem. Los cuestionamientos políticos y personales no sólo fueron a través de las redes sociales, los chats de los militantes de la Cámpora ardían contra el jefe de Estado.
“Es incomprensible que me puteen porque hice público mi pésame a Menen. Estoy convencido de lo que hice y hago, pero me asusta la locura general. Menem tiene sus grises, todos los tenemos. Eso es un tema de la historia”, comentó Alberto Fernández en Olivos.
El Presidente conoce la historia de la larga agonía de Evita y las paredes escritas con “Viva el Cáncer”. Y jamás olvidará como trataron la muerte de Néstor Kirchner en las redes sociales. Por eso, cuando conoció que Menen había muerto, se propuso dar un mensaje de convivencia política al margen de las diferencias ideológicas que mantuvo con el jefe de Estado nacido en La Rioja.
Alberto Fernández llegó al Senado pasadas las nueve de la noche. Se abrazó fuerte con Zulemita Menem y Zulema Yoma, tocó el ataúd de Menem, y dijo a través del tapaboca: “Lo lamento mucho”.
Después saludó a los pocos que quedan en pie de la década menemista que inició en 1989 y concluyó al borde del siglo XXI: Eduardo Duhalde, Daniel Scioli, Miguel Ángel Pichetto, Ramón Hernández y Eduardo Menem. Todos personajes políticos que encontraron su lugar en la historia por su cercanía con un Presidente que recitaba de memoria a Maquiavelo y juró que la Ferrari Testarossa era suya.