Los funcionarios más importantes del Frente de Todos venían preparando el encuentro desde hace semanas.
Desde Santiago Cafiero hasta Paula Español, pasando por Martín Guzmán, Matías Kulfas, Claudio Morini y Mercedes Marcó del Pont, no hubo funcionario que no dijera las palabras que lo más granado del empresariado argentino esperaba escuchar: seguridad jurídica, foco en la exportación, garantía para la importación de insumos, confianza en las capacidades productivas.
Cada uno de ellos sabía lo que estaba haciendo y diciendo. El guión se viene preparando hace bastante más de lo que se cree. Incluso fue anticipado a los socios más influyentes de la coalición Frente de Todos en un almuerzo que se realizó la semana pasada en Casa Rosada, donde además del Presidente y el Jefe de Gabinete, estuvieron el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro, el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa y el presidente del bloque oficialista, Máximo Kirchner. Nadie, entonces, puede decirse sorprendido.
La estrategia que está implementando el Gobierno, en rigor, se viene diseñando desde hace varias semanas, cuando Guzmán aviso al resto que no habría renegociación de la deuda externa con el FMI sin un acuerdo político propicio para su plan. Ante una coyuntura endeble, atada a la incertidumbre inflacionaria, el Frente de Todos arribó a la conclusión de que perderían las elecciones si no lograban domesticar las principales variables económicas.
Ayer, según trascendió, el Ministro de Economía hizo una presentación del marco macroeconómico basado en un diagnóstico de dónde estamos parados y hacia dónde vamos, con los datos del Presupuesto 2021 “como Norte”. También dio una explicación referida a su confianza de que es posible cumplir con esas proyecciones, “siempre y cuando haya trabajo conjunto de parte de todos”.
Cuando Guzmán dijo que el objetivo del Gobierno es “avanzar en una dirección coordinada”, con “premisas sensatas” y “evitando promesas rimbombantes”, y mientras le daba la palabra a su colega en el Gabinete, el ministro Kulfas, fue interrumpido por un aplauso generalizado de los asistentes, según contaron en Casa Rosada y confirmado por tres empresarios.
“Fue una convocatoria muy fuerte y una respuesta muy buena de parte de los empresarios y las empresarias”, dijeron en la Casa Rosada. Se esperanzaron porque hubo consenso acerca de que “la economía está muy desordenada por la crisis de balanza de pago anterior, y por los efectos de la pandemia”. Gobierno y empresarios, ahora, tienen que “empezar a trabajar cadena por cadena, precio por precio y ver dónde se producen los saltos” inflacionarios.
El miércoles, un sindicalista de dilatada trayectoria no ocultó su sorpresa por el tono con el que hablaron los funcionarios. “Dijeron que estos problemas estructurales de la macro se resuelven dentro del acuerdo y en un marco político, y que el objetivo de bajar la inflación y ordenar la economía en tiempo y forma con bases sustentable depende de la vocación y el criterio de los actores sociales”, contó.
Agregó que “es una gran iniciativa para terminar con el colesterol malo de nuestra sociedad que significa la inflación, un enfermedad que parece sencilla de superar pero que exige mucha constancia y mucho monitoreo, porque en seguida se desmadra”.
“En 24 horas mostramos la capacidad de diálogo que tiene el Gobierno”, comentó ayer en la previa al encuentro con los empresarios la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca, especialmente conforme porque estaban imponiendo una agenda de armonización de precios y salarios, buscando que los salarios este año le ganen a la inflación, después de tres años de caída real sostenida.
Se ufanó, además, de que el Gobierno esté tomando la iniciativa de ponerse al frente un drama, la inflación, a la que juzga de “histórica, multicausal, y tan dañina, que puso en jaque mate a gobiernos de todos los partidos políticos”. Y puso hincapié entre sus pares en que lo que tienen que buscar es “un método, no una foto”.
Se espera que la semana próxima, el FMI complete su visita virtual a la Argentina y con Guzmán en Washington, explicando y dando contexto. Pretende llevar algo más que una foto: el compromiso de los empresarios de los distintos sectores de la economía de que no desinvertirán, sino que seguirán apostando a un país incierto, que empieza a mostrar signos de algunos brotes verdes.
¿Le creerán? Y si lo logra, cuanto tiempo aguantara la “coordinación” de precios y salarios? ¿Llegará a las elecciones? ¿Los sectores estatistas de la coalición de Gobierno se radicalizarán ante las primeras dificultades? Preguntas, para las que la historia argentina tIvo siempre -hasta ahora- la misma respuesta: el fracaso como única política posible.