El ministro confía en que la economía podrá sorprender al alza en 2023, más allá de los pronósticos cautelosos del FMI y de las consultoras.
Los datos oficiales de actividad que divulgó ayer el INDEC oficializan lo que ya era un secreto a voces: la economía ya dejó atrás el período de rebote post pandemia y ahora se encuentra básicamente estancada. El dato ya plantea el gran desafío que tiene el ministro de Economía, Sergio Massa, pensando en el 2023: impulsar una recuperación para llegar mejor parado a las elecciones presidenciales.
El Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) arrojó en octubre una variación interanual positiva de 4,5%, pero en relación al mes anterior cayó 0,3%. Fue el segundo mes consecutivo de disminución, lo que ya marca una tendencia mucho más definida.
Un informe de la consultora ACM enumeró algunas de las razones que explican el “parate” de la actividad, la mayoría bien conocidos: el freno a las importaciones ante la falta de dólares, que impactó sobre la producción. También el impacto sobre los salarios de la elevada inflación de los meses previos, que restó poder adquisitivo. Es decir que se están registrando problemas de oferta, pero también en los niveles de demanda.
“Para el 2022 resulta razonable esperar que el crecimiento de la economía ronde el 5,5%. Esto se encuentra en sintonía con lo que espera el mercado, donde el último pronostico del REM proyecta un crecimiento del 5,3%”, agrega el informe de ACM, cuando faltan solo dos mediciones para contar con el dato anual.
A pesar de esta buena cifra, que sostiene parcialmente el gran rebote de 10,4% del 2021, hacia adelante el Gobierno enfrenta serios desafíos para sostener al menos un mínimo nivel de crecimiento.
Dado que se encuentran dificultades en términos productivos por las restricciones a las importaciones, se intentara retomar el camino de crecimiento mediante aumentos de la demanda. “Por ejemplo, los últimos sobre transferencias directas a las familias o planes de cuotas sin interés”, señaló la consultora.
Claro que Massa apuesta en grande a la hora de hacer sus proyecciones. Para el año próximo no solo proyecta una inflación del 60%, que está varios escalones por debajo del pronóstico del mercado, que se acerca al 100%. Además, sostiene que en 2023 la economía crecerá 3,5%, muy por encima del rango de 0,5% a 1% que proyecta la mayoría de las consultoras privadas e incluso el FMI.
La reactivación económica es fundamental para generar empleo y propiciar la recuperación del salario real, dos variables muy golpeadas en los últimos años. Conseguirlo le permitirá al Gobierno llegar con una oferta competitiva a las elecciones presidenciales.
Entre los principales lineamientos en los que trabaja Massa de cara al 2023, pensando sobre todo en evitar una recesión económica, se encuentran los siguientes:
– Evitar que aumente exageradamente la brecha cambiaria. Una suba muy fuerte del dólar financiero generaría más incertidumbre al tiempo que presionaría sobre la inflación, algo que jugaría claramente en contra de una recuperación económica.
– Fuerte subsidios para préstamos productivos a las pymes. Será de alrededor de 30 puntos, lo que abaratará sustancialmente el crédito a las empresas en el año electoral. Según adelantó el propio Massa, el financiamiento disponible con esta tasa de interés sustancialmente más baja que la de mercado ascenderá a 1,2 billones de pesos. Es una manera de compensar al menos parcialmente los problemas para importar.
– Más medidas a lo largo del 2023 para mejorar los salarios reales. Además de mantener el programa Precios Justos con leves ajustes mensuales a partir de marzo, habrá nuevas ofertas para comprar en cuotas sin interés. Además, se sumarán medidas que permitan una suba de ingresos, a través del otorgamiento de bonos para jubilados y quienes cobran planes sociales, al tiempo que impulsarán que las paritarias superen a la inflación en la mayor cantidad de rubros posibles.
No se negocia la reducción del déficit fiscal. A diferencia de otros momentos, en el año electoral que se avecina el objetivo es cumplir con la meta de reducción del rojo primario de 2,5% a 1,9% del PBI. La lectura que comparte Massa y su mano derecha, Gabriel Rubinstein, es que seguir en línea con el acuerdo firmado con el FMI es fundamental para evitar una crisis financiera y además no caer en una nueva recesión.